Lealtades Cruzadas

Base JOSH-A, Alaska, 12 de mayo del año cósmico C.E. 71 – En uno de los momentos más tensos del conflicto entre la Alianza Terrestre y ZAFT, la nave de combate Archangel, al mando de la comandante Murrue Ramius, llegó finalmente a las instalaciones estratégicas de JOSH-A, en territorio de la Alianza. El arribo se produjo tras una ardua travesía plagada de enfrentamientos y pérdidas humanas, marcando un punto de inflexión tanto para la tripulación como para el curso mismo de la guerra.


Sin embargo, fue dentro de los muros del Archangel donde se vivió una de las escenas más cargadas de humanidad y contradicción moral: la joven operadora Miriallia Haw mostró un acto de compasión que desafió el odio y la lógica militar al salvar la vida del prisionero de guerra Dearka Elsman, piloto de elite de ZAFT, cuando fue atacado por la civil Flay Allster. Simultáneamente, en un rincón lejano del conflicto, el piloto Kira Yamato recuperaba la consciencia en una residencia secreta, bajo el cuidado de Lacus Clyne, cantante y figura política clandestina que había optado por desobedecer a su propio gobierno en pro de la paz.

Este conjunto de eventos marcaría un antes y un después en la percepción de enemigos y aliados, abriendo una brecha humana en medio del acero y el fuego que definían el conflicto.

Llegada a Alaska: una promesa de refugio entre la sospecha

Después de semanas de desplazamiento y de combates constantes contra las fuerzas de ZAFT, el Archangel arribó a la Base JOSH-A buscando resguardo, información y el respaldo de la Alianza. La base, fortaleza subterránea y cerebro estratégico de la guerra terrestre, había sido durante mucho tiempo un bastión inexpugnable. Para la tripulación de la nave, exhausta y dividida entre lealtades, el destino parecía ofrecer finalmente un respiro.

La comandante Ramius, acompañada por el teniente Natarle Badgiruel, solicitó permiso de atraque, siendo recibida con formalidad pero también con reservas. Dentro del alto mando de la Alianza, comenzaban a circular sospechas sobre la autonomía con que el Archangel había operado hasta el momento, especialmente tras aceptar a bordo a civiles y a miembros de ZAFT capturados o en situación ambigua.

Entre ellos se encontraba Dearka Elsman, prisionero tomado durante una confrontación anterior, a quien se le permitió conservar cierta libertad dentro del hangar bajo vigilancia. Su presencia, sin embargo, se volvió foco de tensión apenas la nave tocó suelo.

Dearka y la redención silenciosa

Fue en ese contexto donde ocurrió uno de los eventos más insólitos del día: la civil Flay Allster, joven sobreviviente de la colisión de Heliopolis y testigo del horror causado por los ataques coordinados de ZAFT, irrumpió en el hangar armada y decidida a hacer justicia por mano propia. Su objetivo: asesinar a Dearka.

Las motivaciones de Flay eran personales y comprensibles a los ojos de muchos. Había perdido a su padre en el bombardeo a la sede de la Alianza y había presenciado la muerte de sus amigos más cercanos. Sin embargo, en el instante decisivo, cuando se disponía a disparar, fue detenida por Miriallia Haw.

Miriallia, cuyo prometido había muerto a manos de ZAFT, tenía razones similares para albergar odio. Y sin embargo, fue su decisión la que prevaleció: en un acto de profunda humanidad, se interpuso entre Flay y Dearka, desarmando la situación. El gesto sorprendió no sólo a Flay, sino al propio Dearka, que hasta ese momento había asumido que su vida pendía de un hilo hostil.

Miriallia no pronunció palabras altisonantes ni grandes discursos. Su mirada, impregnada de dolor pero también de determinación, bastó para dejar claro que incluso en medio de una guerra, la justicia no debía confundirse con venganza. En sus manos, sostuvo el valor de la vida y desafió la lógica brutal de los campos de batalla.

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Los registros de los testigos afirman que, en ese momento, Dearka comenzó a cambiar su forma de ver a sus captores. Lo que antes era enemistad se transformó en introspección. Por primera vez, se le vio guardar silencio durante horas, sentado contra la pared del hangar, meditando sobre lo ocurrido.

Kira Yamato: el retorno de un soldado caído

Mientras tanto, en una zona remota y no revelada al este de Copernicus, el joven piloto Kira Yamato despertaba de un estado crítico, producto de una batalla devastadora contra Athrun Zala, su antiguo amigo y actual enemigo en la guerra. Ambos habían pilotado sus respectivos móviles —el Strike y el Aegis— en un enfrentamiento que terminó con la destrucción de ambas unidades y la desaparición de Kira, dado por muerto por su propia tripulación.

Su recuperación fue posible gracias a Lacus Clyne, la cantante y activista política hija de Siegel Clyne, uno de los líderes más influyentes de PLANT. Lacus, que había sido testigo del sufrimiento provocado por la guerra, decidió acoger a Kira en secreto, desobedeciendo las órdenes del Consejo Supremo y arriesgando su estatus como figura pública para protegerlo.

Durante su convalecencia, Kira fue testigo de una realidad que hasta entonces desconocía: los civiles de ZAFT también sufrían, también lloraban. Lacus le habló no de enemigos, sino de personas; no de victorias, sino de la posibilidad de reconciliación. Fue en ese entorno que el joven coordinador comenzó a reconfigurar su propósito: más allá de pilotar un móvil suit, debía comprender por qué lo hacía.

Su vínculo con Lacus, nacido de una comprensión mutua y del dolor compartido por la pérdida, se fortaleció en los días que siguieron. Lacus, con su voz suave pero firme, sembró en Kira la idea de que la paz no era una utopía, sino una decisión. Que incluso quienes habían sido creados para la guerra —como los coordinadores— podían rehusarse a cumplir su destino impuesto.

Un día que reconfiguró la guerra

El arribo del Archangel a Alaska, la intervención de Miriallia y la recuperación de Kira bajo el cuidado de Lacus ocurrieron el mismo día, en lugares distintos, pero unidos por una misma constante: la rebelión de la conciencia sobre la doctrina. En todos los casos, los protagonistas eligieron actuar no según sus órdenes o instintos de odio, sino según una brújula moral interna, desafiando la narrativa que el conflicto les imponía.

Para los altos mandos de la Alianza, ese día también significó el inicio de un escrutinio interno sobre la independencia del Archangel. Las decisiones tomadas por la comandante Ramius y su tripulación demostraban un pensamiento crítico que, si bien eficaz en combate, empezaba a incomodar a la cúpula militar. Se sospechaba que la nave pudiera convertirse en un símbolo de disidencia dentro de las propias filas de la Alianza.

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En PLANT, por otro lado, la noticia filtrada de que Lacus Clyne estaba ayudando a un piloto enemigo causó conmoción. El Consejo Supremo, liderado por Patrick Zala, padre de Athrun, inició movimientos internos para desacreditarla. Pero entre las juventudes y ciertos sectores civiles, la figura de Lacus comenzaba a transformarse en algo más que una estrella musical: se volvía una figura de paz, de resistencia contra la violencia sin sentido.

El conflicto entre ZAFT y la Alianza no terminaría pronto. Pero el 12 de mayo del C.E. 71 quedaría marcado como el día en que, en medio del acero y el odio, algunas almas eligieron otro camino. Miriallia salvó a quien debía odiar. Flay, aunque devastada, no disparó. Dearka comenzó a dudar de sus propias convicciones. Kira despertó a una nueva forma de ver el mundo. Y Lacus, con un solo gesto, se colocó en el centro de una redención silenciosa que cambiaría el curso de la historia.


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